Pensar era inútil como desesperarse por recordar un sueño del que sólo se alcanzan las últimas hilachas al abrir los ojos.
Lo que nos salva a todos es una vida tácita, que poco tiene que ver con lo cotidiano o lo astronómico, una influencia espesa que lucha contra la fácil dispersión en cualquier rebeldía más o menos gregarios, una catarata de tortugas que no termina nunca de hacer pie, porque desciende con un movimiento retardado que apenas guarda relación con nuestras identidades de fondo blanco e impresión dígito-pulgar derecho, la vida como algo ajeno pero que lo mismo hay que cuidar, el niño que le dejan a uno mientras la madre va a hacer una diligencia, la maceta con la begonia que regaremos dos veces por semana.
Ningún juego te hará olvidar: tu alma es una máquina fría, un lúcido registro.
Nunca olvidarás nada en un torbellino que arrase lo grande y lo pequeño para tirarte a otro presente.
Dormir, el olvido pequeño.
Una lenta ceremonia incomprensible nos había acercado en la noche desde nuestras infinitas distancias.
No me dormiré, no me dormiré en toda la noche, veré la primera raya del alba en esa ventana de tantos insomnios, sabré que nada ha cambiado.
No se lo diría nunca, que su nombre me llegaba como los perfumes que atraen y repelen a la vez, como la tentación de acariciar el lomo de una ranita dorada sabiendo que el dedo va a tocar la esencia misma de la viscosidad. Cómo decirlo a nadie si tú mismo no podrías saber que la mención de tu nombre, el paso de tu imagen en cualquier recuerdo ajeno me desnuda y me vulnera, me tira en mí misma con ese impudor total que ningún espejo, ningún acto amoroso, ninguna reflexión despiadada pueden pueden dar con tanto encono; que a mi manera te quiero y que ese cariño te condena porque te vuelve mi denunciador, el que por quererme y ser querido me despoja y me desnuda y me hace verme como soy.
Abrazarse interminablemente o con una violencia que los apartaba en el mismo instante, como si del deseo creciera amarga la distancia. Y siempre por debajo, un silencio agazapado donde latía el tiempo enemigo.
***
Lo encontré hace un rato mientras leía sobre él, me dejo sin palabras. Disfruten de este fragmento de "Modelo para armar" de Julio Cortázar
RECORDAR A ESA PERSONA ESPECIAL,ME HACE FELIZ Y A LA VEZ TRISTE,YA QUE POR UN LADO,ELLA ME HIZO EL TIPO MAS ALEGRE DEL MUNDO,Y POR OTRO,HIZO QUE DEL CIELO,DESENDIERA AL MISMO INFIERNO.SENTIR QUE ME ABRAZA,SOLO CONVIERTA A MI ALMA EN UNA FLAMA NEGRA Y OSCURA.
ResponderEliminarcompletamente de acuerdo :D, no lo hubiera podido haber dicho mejor
ResponderEliminarHOLA!!
ResponderEliminarHace mucho que sigo tu blog, me ha servido de muy buena distraccion, la verdad que me encanta. Eres muy muy muy buena para esto. TQM.A que ni te imaginas quien soy!!
Soy Ilse Joce ay amiga te quiero mucho y de verdad que tienes un 10 en esto eh!
Perdon por no haber escrito un comentario desd antes pro a veces solo entraba de rapido a ver que tenias y pues ya por fin me decidi a escribiert algo.
TE ADORO!!
GRACIAS POR ENTRETENERME CUANDO NO HAY NADA Q HACER DE VERDAD QUE SIRVE DE MUCHO Y ESTA MUY INTERESANTE.
Te extraño amiga te quiero muchisimo
ohhh, que emocion da, leer estos citados de Cortazar, cada vez soy mas tu fanssss je
ResponderEliminarespero mas emotivos posts ehh, ay te encargo algo de don Emilio...