viernes, 4 de febrero de 2011

No me preguntes cómo pasa el tiempo.

"El mundo está lleno de pequeñas alegrías: el arte consiste en saber distinguirlas."
Li Tai-Po

El rayo de luz no entra al cuarto pero sabes que está presente, tienes en las manos el programa del día y sientes una frenética curiosidad por saber cuál habrá sido la historia de aquella señora que ahora tiene la vista perdida. ¿En qué estará pensando?¿De dónde viene?, ese tipo de preguntas que intentarías hacer si no fueras penoso, y no es que lo seas, simplemente.. la gente actualmente toma esas cuestiones como una invasión a la privacidad.

Claudio Herrera entra en escena, creías que era más alto pero te equivocas, su actitud es la que imaginaste, tan propio él. Su explicación de la vida del compositor te parece una bagatela, prefieres prestar atención a las dos señoras que podrían ser tus abuelas, junto a ti, discutiendo. - Y luego fuimos al Centro, en esos tiempos en los que todavía no se perdía el gusto por la música, llevaba a mi hijo Hernán, a sus nueve añitos prestaba atención a todo y recuerdo que sentía una gran atracción por Strauss, luego se me fue de casa y la ciudad cambió y nunca pudimos volver a tener ese tacto. Hernán ahora tiene 39 años- dice una de las señoras mientras en tu mente se desarrolla aquella conmovedora historia que por su simpleza te parece emotiva.

Las Consolaciones comienzan a sonar a cargo de Herrera; lo que más disfrutas no es ver los dedos del pianista moverse sino la expresión de los oyentes al escuchar cada nota, ves ideas formarse, ves recuerdos en sus ojos, no importa que no sepas, sabes que están ahí. Termina el sexto movimiento y por inercia aplaudes, Herrera se levanta a agradecer y se va por unos segundos. Dice él que la siguiente pieza es la más conocida, tú sabes que lo es, especialmente el tercer movimiento. Su nombre: Sueños de Amor. Por un momento la música te lleva y te deja pensando, así hasta que las primeras notas del Poco allegro con affetto empiezan a sonar, y el ambiente cambia, la gente transpira amor y no hay más, solo tú y la Europa del siglo XIX ahí presente. Herrera de repente sonríe.

¿Recuerdas esa pintura de Waterhouse?,aquel que nunca supiste si fue impresionista o simbolista, bah, lo que te importa es la pintura. Isolda le ofrece el filtro de amor a Tristán. Efectivamente, el final del programa le corresponde a un fragmento de la ópera de Wagner Tristan und Isolde, específicamente corresponde a la Muerte de Isolda. Si conoces la historia sabes que pasa; no es solo el drama de la historia, es Herrera interpretando ese drama. Te derrumbas. La señora a tu costado parece tener los ojos llorosos, solo escuchas decir "Isolda muere, no pudo ser más trágico". De pronto los aplausos inundan la sala, la gente se levanta. Liszt acaba de hacer magia.

2 comentarios:

  1. F A B U L O S O!..conmovedor hasta el final, un gusto que me concedieras esta lectura. Nos vemos pronto linda.

    ResponderEliminar
  2. El comentario no es al post, sino sobre el blog. Al leerte no pude contener una sonrisa, me hiciste recordar quien era hace unos años. Es curioso, creo que en ciertas cosas nos parecemos: jazz, geeks, filosofía, Nietzsche... Me da gusto en verdad. Me gustó y estaré pendiente de tus próximas publicaciones. Tengo un blog que siempre empiezo y nunca continuo, pero creo que es momento de dedicarme el tiempo para escribir, http://elquetengaoidos.blogspot.com/

    Nos estamos viendo...

    ResponderEliminar